Iglesia San Juan de Jerusalén
La iglesia de San Juan de Jerusalén perteneció a la orden de San Juan de Jerusalén desde el año 1142.
Destaca el ábside románico, con esbeltas columnas, ventanas de medio punto y decoraciones de cruces, conchas y diversos motivos vegetales. La portada también es románica, con decoraciones vegetales y animales entrelazados en capiteles y arquivoltas.

El nacimiento de la Orden ( conocida también como Orden de Malta) se remonta aproximadamente al año 1048. Mercaderes de la antigua república marinera de Amalfi obtuvieron del Califa de Egipto el permiso para construir en Jerusalén una iglesia, un convento y un hospital para asistir a los peregrinos de cualquier fe o raza. La Orden de San Juan de Jerusalén – la comunidad monástica dedicada a la gestión del hospital para asistencia a los peregrinos en Tierra Santa – se hizo independiente bajo la dirección de su fundador, el Beato Gerardo. Con la bula del 15 de febrero de 1113, el Papa Pascual II aprobó la fundación del Hospital y lo puso bajo la tutela de la Santa Sede, con derecho a elegir libremente a sus superiores sin interferencia de otras autoridades laicas o religiosas. En virtud de aquella bula el Hospital se transforma en Orden exenta de la Iglesia. Todos los Caballeros eran religiosos, atados por los tres votos monásticos de pobreza, castidad y obediencia.
El Ángel y El Judas
La Semana Santa cabanillera culmina el Domingo de Resurrección con dos actos muy peculiares.
Primero, hacia la 10:30 se celebra la procesión del Santo Encuentro, en el que una niña vestida de Ángel se encuentra con la Dolorosa para darle la feliz noticia de la resurrección de su hijo y quitarle el velo.

Posteriormente, tras la misa mayor, se celebra el acto más curioso “la captura del Judas”, un acto que se celebra en muchas localidades como un monigote, pero en Cabanillas tiene un toque especial, ya que se trata de personajes reales. Este acto, recuperado por la Asociación “El PASO”, cuya alma es Javier Estella, conlleva que los jóvenes de la localidad se disfracen dando vida a los romanos durante los días de la Semana Santa, custodiando al féretro de Jesús. Su trabajo finaliza el domingo dando caza al Judas que aparece ese día en la Plaza del Ayuntamiento vestido de rojo y plateado, con una malla en la cabeza. El protagonista tiene que ser un joven ágil ya que se mete en la casas de la plaza saltando por lo balcones, con el objetivo de no ser apresado. Aunque, al final, siempre los consiguen. Ese día los romanos tienen la suerte de ir bien acompañados por las bellas romanas, que esperan la caza en el balcón municipal.
Semana Cultural
Después de la Semana Santa se celebra en Cabanillas la Semana Cultural, durante la cual se puede asistir a diferentes actuaciones: festival, teatro, corales, exposiciones, todo ello con la colaboración de Asociaciones y personas de la localidad.
Casa de las Marquesas y Trujal
Uno de los trujales únicos de Navarra y mejor conservados...
La Casa de las Marquesas es uno de los lugares más conocidos por la población de Cabanillas, pero desconocido por el público en general. Allí se encuentra uno de los trujales únicos de Navarra y mejor conservados. Se trata de una propiedad privada por lo que, para sus dueños, ha sido difícil emprender su recuperación.

El Trujal de Cabanillas ha pasado de ser un edificio único a conservar a caer totalmente en el olvido. Hace ya algunos años salió a la luz como una joya etnográfica que debía ser conservada y como prueba de ello el Ayuntamiento guarda el informe realizado por el Museo Etnológico de Navarra Julio Caro Baroja, encargado por el Departamento de Educación y Cultura del Gobierno fechado en 1997. Este concluye definiendo este trujal y su entorno: «nos encontramos ante un conjunto preindustrial que podemos calificar de único en Navarra, tanto por el magnífico estado de conservación de sus elementos y estructura, como por no haber sufrido ninguna modificación ni destrucción desde el abandono de su actividad».
Asimismo, el informe argumentaba “podemos afirmar que es único, ya que aunque en Navarra se han localizado dos trujales más con prensa de viga conservada «in situ», uno en Allo y otro en Dicastillo, ninguno de estos cuenta con un edificio de las características del trujal de Belver, ni las prensas tienen las proporciones monumentales de ésta. Además, en las otras dos almazaras, especialmente en la de Allo, faltan elementos de la instalación». Y continúa «por otra parte, frente a la relativa abundancia de ejemplos de molinos de aceite con maquinaria electrificada, son contados los trujales de sangre o movidos exclusivamente por fuerza animal o humana que han sobrevivido». Por ello, concluye, «la rareza de estas almazaras las convierte en inmuebles a preservar como testimonio último que son de una actividad humana hoy en día absolutamente transformada en sus procesos técnicos y, por lo tanto, en su significado social».